Visita al dentista de las personas con Trastorno del Espectro Autista

A nadie le gusta ir al dentista, no es nada agradable, y para los niños con Trastorno del Espectro Autista puede convertirse en un desafío. Muchos niños con autismo tienen grandes dificultades para dejarse explorar los dientes, permitir que les manipulen los labios o dejarse introducir aparatos en la boca. La resistencia a cepillarse los dientes, la medicación o la ingesta compulsiva de dulces facilita la aparición de caries. Además muchos de estos niños presentan bruxismo (rechinan los dientes), exploran los objetos a través de la boca, y tiene conducta de pica (se llevan a la boca sustancias no comestibles). Todo ello hace que los niños con Trastorno del Espectro Autista presenten más vulnerabilidad de tener problemas en los dientes y en las encías. Es importante tener en cuenta el carácter del paciente y la predisposición de ir al dentista; además las dificultades en la interacción social, la comunicación, conducta e hipersensibilidad hacen mucho más complicadas las visitas al dentista. Muchos niños con autismo no entienden lo que les están haciendo, tienen conductas diferentes al resto. Además debemos tener en cuenta otros factores como la edad del niño; si tiene lenguaje o no; la comprensión de instrucciones; el umbral del dolor; la sensibilidad al tacto, olores, temperaturas y sonidos; el rechazo al contacto físico, etc.

La prevención es la intervención más efectiva, por lo que es necesario asegurarse una buena higiene bucal para disminuir los problemas dentales y en consecuencia la necesidad de acudir al dentista para solucionar problemas más graves. Cuando el niño muestra rechazo a cepillarse los dientes, habrá que realizar un programa de habituación que requiere una aproximación sucesiva al objetivo de lavarse los dientes. Primero debemos realizar juegos que impliquen tocar la boca y los dientes con los dedos, después pasar el cepillo una sola vez y reforzar la conducta relacionándolo con un objeto o actividad que le guste al niño, más adelante pasar el cepillo dos veces y premiarle e ir aumentando progresivamente el número de veces que pasamos el cepillo por los dientes hasta que la limpieza sea aceptable.

Pero por muy buena higiene bucal que tengamos, siempre existe la posibilidad de que aparezcan caries u otros problemas que requieren la necesidad de ir al dentista. Para no llegar al extremo de tener que anestesiar de manera general al niño y para que éste tolere la exploración e intervención en el odontólogo, debemos tener en cuenta estrategias y técnicas psicoeducativas para introducirles en las clínicas. Un buen programa psicoeducativo anticipando de forma adecuada el lugar, profesional y proceso que se llevará a cabo en la clínica puede ayudar a que el proceso sea menos traumático y que el niño con TEA colabore. Son muy importantes las acciones previas y anticipar lo que va a acontecer para que no genere estrés en el niño y en la familia. Asimismo es primordial que el dentista conozca las características de estos niños para poder prepararlo para la intervención. Hay que dar a los niños mucha información de lo que va a acontecer mediante el uso del pictogramas, historias sociales, vídeos, ejemplos prácticos, juego simbólico, y el uso de recompensas, para así poder tranquilizarlos y que sea lo menos trágico posible. Tenemos que aclarar que mentirles y decirles que no les va a doler es una mala idea, porque pueden pensar que sus padres y los profesionales son mentirosos y podemos encontrar problemas imprevistos. Otra  herramienta puede ser un programa de pasos sucesivos para conseguir dicho objetivo. Un ejemplo de desensibilización sistemática podría ser el siguiente:

  1. Visitar varias veces al dentista para que se familiarice con el lugar u el profesional. Es importante también que el dentista tenga formación en el diagnóstico del niño, en las dificultades que éste tiene y en el programa que se está llevando a cabo, y si es posible que el personal esté especialmente capacitado y formado para ello.
  2. Sentarse en la silla de la consulta sin que nadie le explore ni le toque la boca.
  3. Una vez conseguido el paso anterior debemos encender los aparatos para que el niño se acostumbre al sonido.
  4. Dejarse explorar los dientes sin usar materiales específicos sólo con los dedos.
  5. Usar algún aparato que no provoque dolor.
  6. Aceptar una exploración completa.

El dentista es una visita obligada a lo largo del desarrollo del niño por lo que deberíamos anticiparnos y desensibilizar estas experiencias. La formación específica de los dentistas es primordial para hacer que esta experiencia sea lo más agradable posible para todos.

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