El Centro Espiral es un centro de atención integral para personas con trastornos del desarrollo. Ofrecemos una variedad de servicios, incluyendo terapia del habla y del lenguaje, terapia ocupacional, terapia física, y asesoramiento. También ofrecemos grupos de apoyo para padres, talleres, y recursos educativos.

En esta sección de preguntas frecuentes, responderemos a algunas de las preguntas más comunes que recibimos de los padres y familiares de personas con trastornos del desarrollo. Si tiene alguna pregunta que no se responda aquí, no dude en ponerse en contacto con nosotros.

Los TEA son un conjunto de trastornos del desarrollo, de origen neurobiológico, que se manifiestan en los 3 primeros años de vida, y que equivalen a los Trastornos Generalizados del Desarrollo, de las clasificaciones internacionales vigentes (DSM y CIE).  Actualmente se incluyen dentro de esta categoría:

  • Trastorno Autista
  • Síndrome de Asperger
  • Trastorno Generalizado del Desarrollo No Especificado
  • Trastornos Desintegrativo Infantil
  • Síndrome de Rett

Todas las personas con TEA comparten dificultades en el área de la socialización, la comunicación y la imaginación, sin embargo, su manifestación es muy heterogénea y se presentan diferencias a lo largo de la vida de una misma persona. La presentación clínica depende en gran medida de las capacidades cognitivas de las personas ya que el 75 % de las personas tienen asociada una Discapacidad Intelectual en diverso grado mientras que un 25 % tiene una competencia intelectual dentro de la normalidad. También influye de forma significativa el nivel de lenguaje adquirido, así como la adecuación de los apoyos que haya tenido la persona a lo largo de su vida.

Este conjunto de trastornos tienen en común una alteración significativa en tres áreas del desarrollo:

Habilidades socio-emocionales

Aunque pueden mostrar afecto de una forma adecuada, las personas con TEA muestran alteraciones en el desarrollo de conductas adecuadas para relacionarse con los demás, poner en prácticas habilidades básicas para la relación con las personas y comprender las conductas y emociones en los demás, por lo que muestran limitaciones de empatía y de reciprocidad socio-emocional y un limitado interés para compartir con los demás sus intereses.

Pero dentro de esta área nos encontramos personas con un gran aislamiento social, personas que responden a la interacción con los otros pero tiene limitada iniciativa social y personas con gran iniciativa social que fracasan en sus relaciones por hacerlo de una forma poco ajustada socialmente y no comprender las normas sociales.

Comunicación y lenguaje

Existe una gran variabilidad dentro de esta área, desde personas que no desarrollan ningún lenguaje hablado, personas que muestran un lenguaje repetitivo y poco funcional, hasta personas que con un buen lenguaje formal lo utilizan de forma desajustada.

Todas las personas muestran limitaciones para la utilización y comprensión de los elementos de la comunicación no verbal, como el uso de gestos, la mirada o las expresiones emocionales, dificultades para mantener conversaciones y alteraciones en el uso social de la comunicación.

Repertorio restringido de intereses y comportamientos

Las personas con TEA muestran una alteración significativa en el desarrollo de la imaginación, lo que implica en su desarrollo un problema para el desarrollo del juego simbólico y la actividad imaginativa.

Estas limitaciones implican la aparición de conductas repetitivas, movimientos estereotipados del cuerpo, resistencia a los cambios en lo que les rodea, así como interés y preocupación intenso por temas específicos.  Además, muchos casos pueden presentar una sensibilidad inusual ante estímulos sensoriales (auditivos, visuales, táctiles,…)

Hay que tener en cuenta que en ocasiones aparecen asociados otras trastornos clínicos que hacen necesaria una evaluación y tratamiento complementaria (ansiedad, depresión, trastornos del sueño,…) y que afectan de forma significativa a la persona.  En algunos casos existe una gran relación entre los TEA y algunas patologías (Síndrome X-Frágil, esclerosis tuberosa, fenilcetonuira,…) o aparecer asociados a otros cuadros o enfermedades (como por ejemplo el Síndrome de Down, Síndrome de West o Síndrome de Angelman).

La investigación actual establece que no existe una sola causa para explicar la gran variedad de TEA, sino que se trata de una etiología multifactorial, aunque existe una evidencia clara de que la causa es biológica y causal, por lo que no existe ninguna relación con las pautas educativas de los padres.  La influencia genética se evidencia con la existencia de 4 varones con TEA por cada mujer, así como que los factores sociales y culturales no influyen de ninguna manera en la aparición del cuadro.  Probablemente puedan existir otros factores ambientales que influyen en el desarrollo, aunque la investigación no ha determinado cuales.

Aunque los TEA aparezcan probablemente desde el nacimiento, no existen pruebas médicas ni biológicas para su detección y no es hasta los 18-24 meses cuando puede detectarse mediante la observación de síntomas tempranos de alerta:

Comunicación: responder al nombre cuando es llamado, comprensión del lenguaje, ausencia de respuesta a la comunicación no verbal, limitación en el uso del contacto ocular y ausencia del uso de gestos como señalar.

Social: limitación en el interés por los otros y respuestas limitadas a otras personas, ausencia de imitación, alteración en la interacción social, falta de interés por compartir sus intereses y alegría, limitación en el desarrollo del juego simbólico, así como en la expresión y comprensión de emociones.

Intereses repetitivos y estereotipados: respuesta inusual a la estimulación sensorial, movimientos motores extraños y repetitivos, juego repetitivo y resistencia al cambio.

Si el niño o niña no mostrase algunos de las siguientes señales de alerta, debería ser derivado a un servicio de evaluación y diagnóstico:

-A los 12 meses de desarrollo, no balbucear, utilizar gestos como señalar o responder a su nombre.
-A los 18 meses, no emitir ninguna palabra.
-A los 24 meses, no emitir frases de dos palabras espontáneamente.
-Cualquier pérdida de lenguaje o habilidades sociales a cualquier edad.

El diagnóstico de TEA tiene que ser realizado por profesionales especializados, con el objetivo de establecer un programa adecuado de apoyos individualizados para la persona, y que implique una evaluación directa de la persona con TEA, así como una entrevista a la familia, con pruebas específicas para la evaluación de TEA.  El proceso de evaluación tiene que estar centrado en determinar las limitaciones así como destacar los puntos fuertes que ayuden a establecer apoyos adecuados para la persona.

Los últimos estudios epidemiológicos destacan que el cuadro aparece en 1 por cada 166 niños y niñas en etapa educativa.  No se manejan datos estadísticos sobre cuántos personas con TEA existen en la etapa adulta.

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